¿Estás seguro de lo que estás haciendo?
¿Estás seguro de lo que estás haciendo?
¿Seguro vas a querer hacerlo toda la vida?
¿Estás segura de seguir intentando con esa persona?
¿Estás seguro de esto que estás por publicar?
¿Estás segura del cambio que estás por hacer?
¿Qué seguridad te puede dar tu futuro?
…
Dos cosas:
La primera es que cualquiera que te pregunte esto, seguramente no pueda responderlo.
Y la segunda es que el problema no es estar seguros o no, sino que hayamos creído durante tanto tiempo que la seguridad existía.
Como si se pudiese evitar el cambio.
Como si hubiese algo o alguien que durase para siempre.
(títulos)
La seguridad no es más que la ilusión de la falta de cambio.
O en su defecto, la ilusión de rigidez frente al cambio.
Pero cualquiera que crea que la rigidez es una fortaleza
No entiende prácticamente nada de la naturaleza.
Es difícil estar seguros de algo.
Es imposible estarlo durante mucho tiempo.
Estamos muy lejos de ser los únicos responsables de nuestro destino.
Que alguien haya querido y haya podido.
No significa que querer sea poder.
Que alguien haya logrado algo con esfuerzo
No significa en absoluto que solo esforzándonos podamos lograrlo.
El esfuerzo es simplemente una parte.
Y el concepto de merecer es de las cosas más dañinas que podemos creer.
Primero, porque está basado en lo que a los demás les tocó, seguramente en otras circunstancias.
Pero sobre todo porque es darle total entidad a otro para que decida si somos capaces o no de lograr lo que queremos.
La vida es un juego de probabilidades.
Y es uno que ya arranca desigual, con algunos con miles de millones de fichas y otros con una sola.
Nadie se merece estar donde está el día que nació.
Nadie se merece ninguna enfermedad.
Y no, nadie puede curarse simplemente por tener una actitud positiva.
Esos mensajes no solo son errados: son peligrosísimos.
Culpabilizan al paciente y lo hacen creer que uno merece los males que tiene.
El mundo no se puede resolver en una frase ni en un video.
Nuestra vida tampoco.
Ya bastante complicado es todo como para plantearnos preguntas tan injustas.
Y sobre todo, tan desconectadas de nuestra naturaleza.
Aunque planeemos meses o años, vivimos días.
Habrá algunos en los que sintamos que nada tiene sentido.
Y otros en los que se nos infle el pecho para comernos el mundo.
Habrá días en los que dudemos de hasta quiénes somos.
Y habrá otros en los que esa misma duda nos dispare a lugares increíbles.
