No hay fórmulas
A los treinta, alguien tiene dos hijos.
Alguien más decidió que no quiere tenerlos.
A alguien le fue muy bien con un emprendimiento.
Y otro colecciona ideas que no fueron.
Alguien hizo una carrera, un master y una experiencia afuera.
Y otro está arrancando una carrera por cuarta vez: esta sí.
Alguien se pasó diez años trabajando en algo que cada vez le convence menos.
Y otro busca hace meses cambiarse de trabajo, pero no encuentra la manera.
Alguien decidió dejar la escalera corporativa para ir a juntar kiwis en la otra punta del planeta.
Y en el aeropuerto, se cruza con alguien que viene de ahí, con un gran proyecto para cambiar el mundo.
Alguien cree que el éxito es vivir tranquilo y no depender de nadie.
Para otro, el éxito es tener hijos.
Y alguien confía que es impactar y mejorar su comunidad.
Alguien tiene razón.
Porque cada persona que vive en este mundo es alguien.
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No hay fórmulas.
No existe un camino correcto.
El éxito es tal o cual cosa, únicamente para quien dice que es tal o cual cosa.
Hay que tener cuidado con esa gente que dice que algo es alcanzable solo porque ellos se esforzaron y les salió.
Nunca nada es sólo una cuestión de esfuerzo.
Hay muchísimas cosas en la vida que probablemente nunca alcancemos a tener.
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No existe repetir. Nadie puede hacer el camino de nadie más.
En todo caso, intentar repetir es apostar a lo establecido.
Pero sabiendo que aunque queramos iguales resultados, no nos va a alcanzar con hacer lo mismo.
Nada nos va a alcanzar.
Nunca vamos a ser iguales a nadie más.
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Nadie vio las mismas películas, leyó los mismos libros, se enamoró de las mismas personas, ni tuvo los mismos miedos, desilusiones y alegrías que nosotros.
Nadie más puede decidir quiénes somos y hacia dónde debemos ir.
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Cada vez que alguien dice cómo son y deben ser las cosas, solamente está hablando de cómo fueron hasta ayer.
Nadie puede asegurar lo que va a suceder mañana.
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Basta de la pésima fama que tiene el error.
Es parte de nuestra vida desde siempre y para siempre.
Si hasta Messi erra penales y pierde finales, ¿por qué nos castigamos si no salió como pensábamos esa idea mágica que teníamos en la cabeza?
En la vida nos vamos a equivocar cada vez peor. Y mejor, al mismo tiempo.
No existe mejor escuela que esa.
No existe avanzar en un camino que no vemos hacia adelante sin dar un par de pasos en el barro.
Y ahí tenemos dos alternativas: o limpiamos minuciosamente nuestros zapatos para que no queden rastros y negamos por siempre haber estado ahí, o aceptamos que es lo que nos pasó, y empezamos a caminar entendiendo de dónde venimos.
Algún día, vamos a estar en alguna playa, o en la cima de una montaña.
Y aunque veamos que hay otras playas y montañas a las que todavía no llegamos,
vamos a ver los restos de ese barro… y la sensación de haber llegado va a ser el triple de linda.
Bueno, ni siquiera hace falta que llegue ese día. Hoy mismo podemos celebrar todas las cosas que hicimos en la vida y nos trajeron hasta acá.
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Aún hasta las mejores ideas pueden tener consecuencias inesperadas:
Internet nos conectó a todos para siempre, y al mismo tiempo, nunca nos sentimos tan solos.
Pero de eso se trata el mundo:
Lo peor es que siempre va a haber algo que mejorar.
Y eso también es lo mejor.
Alguien, quiero decirte algo: no estás solo.
Todos estamos en la misma: todos estamos intentando entender de qué se trata todo esto.
